jueves, 22 de agosto de 2013

HUAMACHUCO MI TIERRA!!!!



Huamachuco

Huamachuco es una ciudad del norte del Perú, capital del la Provincia de Sánchez Carrión en la Región Departamento de La Libertad, situada a una altitud de 3.169 msnm en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes, en un valle altoandino a 184 km de Trujillo.

Historia
Sala de las hornacinas en Marcahuamachuco
Tierra de los antiguos huachemines y señorío de los huamachucos, Huamachuco fue fundado en 1551 por misioneros agustinos, acto realizado bajo al advocación de san Agustín y Nuestra Señora de Altagracia. Fue nombrada como Muy ilustre y fiel ciudad por el general José de San Martín, y fue escenario de la Batalla de Huamachuco (10 de julio de 1883), episodio final de la Guerra del Pacífico donde las tropas de la resistencia lideradas por Andrés Avelino Cáceres son derrotadas por tropas chilenas al mando del Coronel Alejandro Gorostiaga.
Huamachuco conserva mucho de su cultura ancestral, donde la continuidad de costumbres ancestrales en danzas como Contradanza, platos típicos y artesanías.
Actualmente Huamachuco es visitada por turistas y personas de todo el continente, esto por la riqueza de su cultura y tradición.
Restos arqueológicos
El pueblo de Huamachuco es favorecido con riquezas arqueológicas incomparables alrededor de la ciudad. En el Perú, como en ningùn otro país del mundo, el pasado prehistórico se instruye en nuestra conciencia. Pero en Huamachuco los restos de varias civilizaciones sobremiran de los cerros, y el pasado es presente y tangible. Generaciones desaparecidas animan con sus hechos, y exigen servir como guardianes de su legado.
De los varios tesoros arqueológicos de la zona, la joya es sin duda Marcahuamachuco. Desde siglos sus muros enigmaticos han sido visibles en los valles circundantes, símbolo de pasado, noble, lleno de ambición y grandeza. ¿Cuàles condiciones estimulaban a los residentes de Marcahuamachuco mejorar, un cerro impresionante, convirtiéndolo en una obra maestra arquitectónica, donde piedra tallada por mano humana sirve como intermedio entre cerro y cielo?
Los hombres famosos de la arqueología peruana han buscado respuesta a esta pregunta. Max Uhle y Julio C. Tello exploraban en las ruinas de la ciudad, buscando la identidad de los constructores. Theodore McCown en 1940 excavó varios meses entre las galerías monumentales, buscando restos materiales que permitirían la determinación cronológica de los residentes de la ciudad y su relación con otras culturas mejor conocidas de los Andes.
Con el desarrollo de metodología cientìfica en arqueología, y con mejor conocimiento de la prehistoria peruana en general, el rol que jugaba Marcahuamachuco en el mundo andino está cada año más claro. El Proyecto Arqueológico Huamachuco, proyecto canadiense que se ha dedicado desde 1981 al estudio de la prehistoria de la zona, ya provee algunos datos concretos y unas hipótesis sobre el sitio y su historia.
Como resultado de las investigaciones recientes, se sabe que la grandeza de Marcahuamachuco es antecedente a la expanción imperial de los Incas o de los Huari. Antes de 400 d.c. comenzaron a construir los grandes muros dobles de dos y tres pisos que encierren mucho del sitio y que servían como espacio doméstico para los moradores. Esta obra representa el primer contacto con el Señorío de Huamachuco, sobre le cual los cronistas comentaban siglos después en contexto de la conquista incaica de la zona. Durante el incario, el territorio huamachuquino se extendía desde el Rio Crisnejas hasta Conchucos, y de Carabamba hasta el Marañón. Estas fronteras fluctuaban con el tiempo, pero representan más o menos el límite de influencia huamachuquina durante el milenio de su poder. Este territorio grande y diverso proveía recursos naturales y humanos incalculables a la capital.
¿Y qué de esta capital? A 500 d.c. fue el centro más grande de toda la sierra norteña. Un estilo arquitectònico distinto habìa surgido. El cerro mismo fue la cantera de que material de construcciòn fue sacado. La piedra natural fue ligeramente labrada, y cuidadosamente amontonada para los muros. Pachillas chicas llenaban los intersticios entre las piedras grandes. Las esquinas monumentales tan típicas de Marcahuamachuco ya formaban parte del inventario arquitectònico con grandes bloques rectangulares alternando en posición vertical y horizontal. En contraste con civilizaciones más tardías, en que un plan urbano ortogonal fue impuesto sobre el terreno, los constructores de Marcahuamachuco trabajaban en armonía con la tierra, utilizando cada eminencia natural, siguiendo los màrgenes de las peñas, permitiendo que las curvas del cerro dictaran la forma de la ciudad. Es muy claro que querían impresionar y asombrar. Los muros que construían son visibles a una distancia de 50 Km. Marcahuamachuco seguramente llamaba la atención de los agricultores y artesanos en las comunidades circundantes, quienes vivían y trabajaban en la sombra de las escructuras que fueron testimonio al poder permanente del curacazco huamachuquino.
Gracias a los antropòlogos y sociòlogos modernos, entendimos mejor los detalles de la organizaciòn social andina, y éste nos ayuda en interpretar las relaciones prehistòricas entre el cerro y los valles. Este no fue relaciòn estricta de dominaciòn y subordinaciòn, sino tambièn reciprocidad y de interdependencia. Marcahuamachuco fue el centro de la vida económica, política y religiosa de toda la provincia. Pero el centro fue dependiente de la gente de las comunidades tributarias para su vitalidad e importancia. La gente del valle fue vinculada al centro por parentesco, por su participaciòn en las varias guarangas que comprendìa la poblaciòn de la provincia.
Las galerías masivas de Marcahuamachuco son testimonio a esta interdependencia. Estas galerías rectangulares, hasta 10x60 m. fueron construidas con planificación experta, y con la colaboración de grandes grupos de trabajadores. Excavaciones en 1987 demuestran que una función importante de las galerías rectangulares del Cerro del Castillo fue la hospitalidad. Estas estructuras podìan acomodar grandes reuniones. Entre los hallazgos ceràmicos son ollas grandes, vasos pintados y coladores que servían en la preparación y distribución de chicha, regalo y alimento tradicional en ocasiones ceremoniales y rituales. Los muros de estas galerías también contienen gran cantidad de huesos humanos. Los entierros son secundarios, puestos en los muros (probablemente durante la construcción) meses o años después del fallecimiento, adultos y ancianos fueron incorporados en los muros, y éste nos habla de la importancia del parentesco, reverencia para los antepasados, y el deseo de incluir sus restos en las estructuras dedicadas a la afirmaciòn de estas vinculaciones sociales.
Integrando y dominando las varias galerías y plazas que servían como espacio público, es el Castillo, la estructura preeminente del cerro y de la región. El muro perimétrico de este monumento inspiraba respeto y temor y excluía todos sino los más privilegiados de sus recintos sagrados. El Castillo debe haber servido como centro religioso, y símbolo de la legitimacía de la élite de Marcahuamachuco en las civilizaciones andinas prehistóricas, la distancia entre clases servía para disminuir la separación entre segmentos de la población. Pero esta sí fue una sociedad clasista, y el Castillo es la evidencia concreta de esta realidad. El Castillo es un rompecabezas arqueológico, mostrando el efecto de siglos de reconstrucción y cambios en su función por huaqueros. Pero sabemos que la forma general del Castillo aparecía antes de 500 d.c. y que el monumento no tenía rival en la sierra norteña.
Los huamachuquinos también rendían homenaje sagrado en otros lugares. La carretera moderna a las ruinas pasa por las columnas naturales de roca, no modificadas pero cercadas por un muro circular. Más abajo en Cerro Amaru, tres pozos constituían una huaca de gran importancia. Ofrendas de materiales exóticos fueron dejados y la presencia de cerámica Huari encontrada allá en 1983 indica que su fama fue limitada al territorio huamachuquino.
Si la poblaciòn del sitio vivía en las galerìas curvilineas y edificios adyacentes por los margenes del cerro y si la arquitectura monumental del Cerro del Castillo servìa como espacio ceremonial: ¿Què funciòn tenìan las galerias de las circulares de Cerro de las Monjas? Estas estructuras han sido interpretadas como fortalezas, o como conventos similares a los de los Incas en que fueron hospedados las Akla-kona. La posiciòn aislada de las galerias circulares fuera de los muros de la ciudad, y la cantidad de habitaciones pequeñas sin entrada y sin ventana, sugiere que èste fue quizà almacenada para las varias guarangas que mantenìan una presencia en la ciudad.
El Señorío de Huamachuco logró importancia regional más o menos a 400 d.C. Es posible que esta importancia fue basada en intercambio con sus vecinos, con los Mochicas al oeste, la cultura Recuay al sur, Cajamarca al norte, y las culturas menos conocidas del Marañón al este entre 650 y 700 d.C. El imperio Huari extendía su influencia al norte del Perú, afectando el curacazgo de Huamachuco. Esta influencia se puede apreciar en Viracochapampa, centro administrativo construido en el camino al norte. Pero Marcahuamachuco, según los datos ya disponibles, resistía la dominación extranjera, y Viracochapampa nunca fue ocupado, sus muros dejados sin terminar. No hay evidencia de influencia Huari en Marcahuamachuco al contrario, los Huari adoptaban varios atributos arquitectónicos de los huamachuquinos y la galería rectangular fue trasladada al sur en incorporada en el inventario de formas arquitectónicas típicas de Huari; posteriormente servía como protopito de la Kallanka incaica.
La ocupación de Marcahuamachuco seguía después de 1000 d.C. pero sin nueva construcción de importancia. El genio del pueblo seguramente se expresaba por otros medios a partir de esta fecha. Con la dominación incaica a partir de 1470 d.C., Marcahuamachuco fue abandonado. Los Incas fundan un nuevo centro provincial, en el mismo lugar que ocupa Huamachuco moderno. La plaza moderna fue parte del plaza incaica, y la capilla de San José se encuentra en el Ushnu incaico. La Curaca de Huamachuco tenía una posición de respeto en el imperio incaico.
Personajes ilustres
Prócer independentista e ideólogo político peruano conocido como el “Solitario de Sayán”, tuvo una decisiva actuación en el establecimiento del sistema de gobierno republicano. Fue uno de los redactores de la primera Constitución Política del Perú. Es considerado el Tribuno de la República peruana. Fue formado en las doctrinas de Descartes, Locke, Condillac, Voltaire, Bacón Newton y otros, considerado el hombre fuerte del Libertador Simón Bolívar.[1]
Nació en Huamachuco el 30 de agosto de 1850 y falleció en Lima el 9 de julio de 1924. Realizó sus estudios primarios en el Colegio Nacional de San Nicolás de su tierra natal y secundarios en el Colegio Nacional de Guadalupe. Ingresó a San Marcos para estudiar Derecho, pero lo ganó el periodismo, actividad que la ejerció desde su adolescencia (El Guadalupano) hasta días antes de su muerte. Como tal escribió en “El Nacional”, “El Correo del Perú”, “El Perú Ilustrado”, “La Prensa”, etc. Fundó su periódico “Integridad” (1883), que lo mantuvo por más de 30 años.
En la Guerra del Pacífico fundó la “Bandera del Norte” que publicó como vocero de combate durante la Campaña de la Breña. Perteneció a la generación de Gonzáles Prada: realista en literatura y radical en política. Entre sus compañeros de generación, Gamarra se destacó en la Guerra con Chile, pues actuó inclusive como secretario del Brujo del Breña, András Avelino Cáceres. Siendo político radical, adalid del socialismo, actuó en dos oportunidades en la Cámara de Diputados, representando a Huamachuco.
En el Diario de Debates están, como testimonio de su espíritu progresista y combativo, proyectos de ley que no fueron aprobados por una mayoráa parlamentaria oligárquica. Y a su devoción peruanista se debe el bautizo del baile nacional con el nombre de Marinera (1879). Gamarra, quien popularizó el seudónimo de El Tunante, fue, al decir de Jorge Basadre, “un escritor periodista y un periodista escritor”. Por eso, su obra creada en el periodismo pasó al libro en múltiples manifestaciones: poesía, narración, teatro, crónica, crítica literaria. Narrador nato, cultivó el relato costumbrista presentado, con cáustica crítica y personal humorismo, escenas, sucesos, lugares, paisajes y tipos característicos de todo el país dando así dimensión nacional al costumbrismo localista de Segura y de Pardo y Aliaga.
Sus libros se titulan: “El Tunante en camisa de once varas” (1876), “Detrás de la cruz, el diablo” (1877), “Novenario del El Tunante” (1885), “Costumbres del Interior” (1888), “Rasgos de Pluma” (1889), “Algo del Perú y mucho de Pelagatos” (1905), “Artículos de Costumbres” (1910), “Lima al comenzar el siglo XX” (1911), “Cien años de vida perdularia” (1921). Era 1918 –y aún vivìa Abelardo Gamarra- cuando Alberto Hidalgo afirmó: “Fue Gamarra el iniciador entre nosotros de eso que García Calderón llama literatura peruana”. Por su parte Eugenio Chang afirma “la etapa nacional, en cambio, tiene como precursores a Mariano Melgar, Abelardo Gamarra, Abraham Valdelomar, César Vallejo y los indigenistas”.




















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